Para controlar la hidrocefalia comunicante, la cirugía es el único tratamiento realmente eficaz a largo plazo. Una de las terapias más eficaces disponibles es la derivación del LCR. Se llevan realizando desde hace décadas y siguen representando el avance más importante realizado hasta la fecha en el tratamiento de la hidrocefalia. Una derivación del LCR consiste en establecer una vía alternativa para el movimiento del LCR con el fin de evitar una obstrucción de las vías naturales.
Una derivación de LCR es una vía alternativa para que el LCR sortee una obstrucción o una mala absorción del LCR en las vías naturales. La inserción de una derivación de LCR es un procedimiento quirúrgico que se realiza en quirófano bajo anestesia general. Los neurocirujanos elegirán el método quirúrgico y la válvula más adecuados para cada paciente, en función de su experiencia y sus necesidades clínicas.
La derivación se coloca de forma que permita drenar el LCR del cerebro hacia el abdomen o el corazón, a través de un tubo llamado catéter. La derivación es un dispositivo regulador, una válvula que puede ser más o menos sofisticada, que permite evacuar el exceso de LCR dentro del cerebro, sin reflujo (el LCR fluye sólo en una dirección). Esto reduce la presión dentro del cráneo.
La válvula no se abrirá si el ICP no es suficiente para activar el mecanismo. Esto evita un drenaje excesivo de LCR. La válvula se coloca entre los catéteres proximal y distal. Existen muchos tipos y configuraciones y están diseñados para funcionar a diferentes presiones, en función de las necesidades clínicas del paciente.
Todo el sistema de derivación se coloca bajo la piel. Ninguna parte puede verse desde fuera del cuerpo. Apenas sentirá los catéteres bajo la piel. La válvula, de unos 5 mm de grosor, se encuentra fácilmente en la cabeza.
Hay dos tipos de válvulas disponibles:
Es el neurocirujano quien elige el tipo y la presión de la válvula que se inserta antes de la implantación, en función de las características clínicas del paciente y de las investigaciones posteriores.
Las válvulas estándar para hidrocefalia funcionan a presión o resistencia constante y suelen ofrecerse en 3 niveles: un modelo de baja presión, un modelo de presión media o un modelo de alta presión. En algunos casos, es necesario sustituir la válvula implantada por otra que funcione a diferente presión. Para evitar intervenciones quirúrgicas repetidas, una solución es implantar una válvula de presión ajustable, con diferentes ajustes de presión en un solo dispositivo.
Una válvula de presión ajustable ofrece varias presiones de funcionamiento en un sistema con la posibilidad de modificar la presión de funcionamiento mediante un simple ajuste externo. El médico podrá adaptar la presión de funcionamiento y ajustar el flujo de drenaje del LCR en función de las necesidades clínicas del paciente con un kit de ajuste específico. Esto minimiza la necesidad de reintervención quirúrgica.
El ajuste de la presión no es invasivo y se realiza por vía percutánea. Los mecanismos de las válvulas de presión ajustables contienen imanes que permiten activarlas con su kit de ajuste específico. El neurocirujano coloca el imán del kit de ajuste en la piel del paciente sobre la válvula y puede modificar la presión de funcionamiento. El paciente podrá mantener la misma derivación durante más tiempo, lo que limitará el número de intervenciones quirúrgicas repetidas necesarias.
Algunas válvulas pueden ser sensibles a los campos magnéticos (como las resonancias magnéticas, los teléfonos inteligentes e incluso los juguetes de los niños), lo que a veces afecta al ajuste interno de la válvula. Para evitar estos cambios de presión de funcionamiento involuntarios e indeseados, algunas válvulas incorporan un sistema de bloqueo de seguridad en el mecanismo.
La cirugía cerebral siempre entraña cierto nivel de riesgo. Sin embargo, las derivaciones se realizan desde hace más de 50 años en todo el mundo.
La cirugía de derivación suele durar aproximadamente una hora. La inserción de una derivación de LCR es un procedimiento quirúrgico que se realiza en quirófano bajo anestesia general. Los neurocirujanos elegirán el método quirúrgico y la válvula más adecuados para cada paciente, en función de su experiencia y de las necesidades clínicas individuales del paciente.
Durante la intervención quirúrgica, se practica un orificio en el cráneo para poder introducir el catéter en el cerebro para que fluya el LCR. La válvula se conecta al catéter y se coloca bajo la piel, ya sea en el cráneo detrás de la oreja, en la región pectoral o en el flanco. Se conecta otro catéter a la válvula y se pasa bajo la piel desde la cabeza hasta el abdomen o el corazón. Aquí es donde el flujo saldrá, para ser lavado en el torrente sanguíneo.
En la mayoría de los casos, el paciente que se beneficie de una derivación podrá volver a casa tan pronto como una semana después de la intervención.
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